Cada año me pasa lo mismo. Cuando se acerca la fecha de mi cumpleaños, empiezo a ponerme nerviosa.
Cuando tenía unos 15 años, cada vez que soplaba las velas quería tener 27. Pensaba, ilusa de mí, que con 27 ya iba a tener la vida resuelta y no iba a tener esas preocupaciones que se apoderaban de mí (y de cualquier adolescente de 15 años).
De repente, cumplí 20. Mi crisis llegó con 21 y el cambio de color de abono transporte.
En 10 días cumpliré 23 y me sigo viendo como una adolescente. No soy consciente que a mi edad mi madre tenía 3 hijos; y que mi hermana tenía una hija de un año.
Y todo el mundo me dice que a partir de los 22, la veintena se te pasa volando. Que un día te levantas y ya tienes 28. Y yo, muy lejos de querer ser grounge o algo parecido, jamás pensé que llegaría a los 27.
2010, sin coches voladores ni robots humanoides que nos hagan la vida más fácil, es el año que cumplo 23.
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